China no solo compra bodegas en Burdeos y Borgoña, sino que también desarrolla su propia industria vinícola. Con la segunda mayor superficie de viñedos del mundo, el país intenta replicar modelos franceses, aunque su verdadero reto es definir un estilo propio. Regiones como Ningxia, Yunnan y Xinjiang ya producen vinos de calidad, con ejemplos como Ao Yun, respaldado por LVMH.
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