Orange wine

Orange wines

¿Quién no ha escuchado hablar de los vinos naranja? Desde hace unos años, este tipo de vinos se ha puesto de moda, sin embargo, son vinos con una gran tradición. Para hablar de los vinos naranjas debemos empezar hablando de los vinos blancos. Hoy en día, los blancos se elaboran sin maceración de pieles, de ahí sus tonos pálidos, pero antiguamente, el mosto de los vinos blancos sí que maceraba con los hollejos, al igual que lo hacen los vinos tintos. Esta forma de elaborar los vinos blancos daba -y siguen dando- como resultado los orange wine.

Los vinos naranjas tienen su origen en Georgia, que, además, es el país en el que se presume el inicio del vino. Las ancestrales técnicas de vinificación implicaban la maceración del mosto blanco con hollejos, así como la realización de fermentaciones lentas en “qveri”, ánforas de barro, alargadas y con forma de huevo, con una capacidad media de mil litros. Este sistema de vinificación ha sido declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Esta forma de elaborar, que en cierto modo quedó aparcada durante siglos, resurgió, a finales del siglo pasado en Italia, en el Collio Gorizia, en la frontera con Eslovenia. Desde entonces, su auge no ha hecho más crecer, propiciado por las tendencias de la recuperación de la viticultura tradicional y que, poco a poco, ha ido traspasando fronteras hasta llegar a Hungría, Serbia, Alemania, Austria, Francia e, incluso, al Nuevo Mundo. Figuras como Josko Gravener y Stanko Radikon han sido clave para la expansión de los vinos naranja, amparados en una variedad, como la ribolla galla, idónea para la elaboración de este tipo de vinos, así como en la recuperación de la vinificación tradicional (fermentación sin control de temperatura, sin filtraciones y sin el uso de sulfatos).

La elaboración de un vino blanco con pieles no solo implica un color anaranjado, sino que, también, supone un enriquecimiento de sustancias que encontramos en los hollejos, como son los taninos, los polifenoles y los terpenos. Además, a nivel sensorial, los vinos naranjas aportan matices de fruta confitada, miel, corteza de cítricos, aromas especiados, frutos secos, canela, así como notas de sílice y pólvora.

La teoría ya la dominamos, ahora falta la práctica, así que ¡a probar los vinos naranjas!

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *