Cuando disfrutamos una copa de vino, rara vez pensamos en su verdadero origen: la agricultura. Mucho antes de ser un símbolo de lujo y placer, el vino fue un alimento esencial, cultivado con esfuerzo por generaciones de viticultores y monjes. Su historia está marcada por el trabajo incansable de manos anónimas que han transformado la tierra en arte embotellado. Este artículo rinde homenaje a quienes, a lo largo de los siglos, han hecho posible que hoy celebremos el vino como una mezcla perfecta de historia, tradición y sacrificio.
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