Climats

Climats

Borgoña es excepcional por muchos motivos. Un paraíso en el que podemos disfrutar de excelentes vinos, tanto blancos como tintos, y de un paisaje cautivador. No obstante, si Borgoña cuenta con tantos adjetivos positivos no es por casualidad, sino por el minucioso cuidado con el que, desde siempre, han elaborado. El trabajo en el viñedo, dónde todo comienza, ha sido clave para que sus vinos tengan el reconocimiento del que gozan. Y es aquí donde entran en juego los “climats”, un modelo de viticultura, con más de dos mil años de antigüedad y, prácticamente inalterado desde entonces, que fue declarado Patrimonio de la Unesco el 4 de julio de 2015. Y es que hay pocas cosas que surjan de la casualidad o del azar. El trabajo, sobre todo a largo plazo, siempre tiene su recompensa y los “climats” son un buen ejemplo de ello.

¿Qué es un “climat”? Es el término que define a un viñedo borgoñón concreto. El “climat” es una parcela con nombre propio, sujeta a la  jerarquía del sistema de crus, con su historia y con unas características geológicas, hidrométricas y de exposición específicas. Sin embargo, como un “climat” suele pertenecer a varios productores, cada vino que nazca del viñedo variará en función de la interpretación que cada uno de aquellos haga de ese paisaje.

A lo largo de la Côte d’Or podemos encontrar más de mil “climats”. Muchos de ellos responden a nombres míticos, donde el grado de excelencia de sus vinos solo depende de la mano del viticultor. Entre los más famosos encontramos: Chevalier-Montrachet, Batard-Montrachet, Montrachet, Romanée-Conti, La Tache, Echezaux, Musigny, y un largo etcétera de grands crus, de los que salen excelsos vinos elaborados con  chardonnay y pinot noir.

Una buena forma de recorrer los diferentes “climats” es en bicicleta, por las carreteras secundarias que unen los diferentes pueblos, especialmente de la Côte de Nuits y la Côte de Beaune, donde los viñedos se entrelazan y extienden a ambos lados de la carretera. Un recorrido cultural díficil de superar, no solo por los “climats”, sino también por sus pueblos y castillos. Tan solo es necesario llevar un mapa y una cesta con algo de comida y, por supuesto, algún vino del “climat” en el que queramos hacer el picnic. Esto último es lo más importante.

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