Coulée de Serrant

Coulée de Serrant

La Coulée de Serrant (Savennieres) se remonta al siglo XII, cuando los monjes cistercienses trabajaron este trozo de terreno por vez primera. La parcela tiene  denominación propia de pago y sus siete hectáreas están plantadas, exclusivamente, con chenin blanc. Los suelos son de esquisto y las viñas son trabajadas únicamente con tracción animal y con preparados vegetales.

El viñedo pertenece a Nicolas Joly, el gran referente de la viticultura biodinámica. Siguiendo los pasos de Rudolf Steiner, Joly comenzó con la agricultura biodinámica en 1980 y desde 1984 todos sus viñedos se cultivan según esta metodología. Al respecto ha escrito varios libros, siendo especialmente célebres “El vino del cielo a la tierra”, “¿Qué es el vino biodinámico?” y “Desmitificando el vino biodinámico”.

Además de la vinificación natural según los criterios biodinámicos, Joly no utiliza levaduras seleccionadas, ni productos químicos, tampoco chaptaliza, sino que tan solo añade un mínimo de sulfuroso en el momento del embotellado. El resultado es un vino natural, sumamente complejo, que ofrece un sinfín de matices dependiendo del día de apertura. El propio Joly recomienda abrir el vino con dos o tres días de antelación y asegura que el vino no se oxida si se deja el vino abierto varios días, incluso mejora.

La Coulée de Serrant es uno de esos viñedos mágicos que encandilan nada más pisas su suelo y la vista recorre cada uno de los rincones de la ladera donde se asienta.

La última vez que estuve allí comimos frente al viñedo. En una pequeña loma que hay detrás de la casa. Una mesa y varias sillas rodeadas de viñas. Habíamos comprado algo de fiambre, pan y fruta. Por supuesto, llevábamos varias botellas de vino. Seguramente, habría algún buen restaurante en la zona, pero no creo que en ninguno hubiéramos comido lo a gusto que lo hicimos allí. Poco después, de forma improvisada, apareció Nicolás Joly y estuvimos charlando con él. Nos dio una pequeña masterclass sobre biodinámica que hizo que aquel día fuera aún más inolvidable. Porque en el mundo del vino las cosas suceden así, sin más y sin preverlas. Los astros acaban alineándose entre aquellos que rezumamos pasión por el mundo enológico. Cada uno puede ser de una parte del globo, incluso tener trabajos dispares, pero el vino une y crea un halo mágico que hace que todo sea sencillo.

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