American Wines

American Wines

Harlam Estate, Ridge o Mondavi, por poner ejemplos muy conocidos, son algunos de los nombres míticos cosidos a los grandes vinos americanos, pero no son los únicos. En la actualidad, los estados de California, Oregón y Washington, tienen un importante número de viticultores que hacen fantásticos vinos y que han consolidado el mundo del vino americano en el mapa vinícola del globo.

Hace unos meses, en una cata con mis amigos de Terroir a Ciegas les serví, lógicamente a ciegas, un vino de Piedrasassi, Rim Rock 2017, de la californiana región de Arroyo Grande Valley. El vino estaba tremendo. Al catarlo, a pesar de saber el vino que era, me sorprendió que fuera una réplica, casi exacta, de un gran Hermitage, pero con un punto moderno que lo hacía sumamente disfrutón. Viendo catar a mis amigos, no tuve duda de que tenían claro que se trataba de una syrah, pero estaba convencido de que no apuntarían hacia el Nuevo Mundo, sino que se irían hacia el Ródano, bien a Saint Joseph bien a Hermitage. Así fue, no dudaron un segundo: “un Saint Joseph de libro”, afirmaron sin titubear. Yo hubiera dicho lo mismo. La semejanza era asombrasa. Aún recordamos la anédocta por el impactante parecido que Piedrasassi había logrado con su vino.

Y es que los americanos tienden a ser buenos en todo y en el mundo del vino no han hecho una excepción. Cualquier misión imposible es un reto del que suelen salir airosos. Basta con rememorar los dos juicios de París. Hoy en día, la mayoría de los vinos que he probado del país de la bandera con barras y estrellas me han parecido geniales. Hablando en términos generales, porque especialidades hay en todos los sitios, reconozco que suelo disfrutar mucho cuando bebo un vino de Oregón, Washington o California. Son redondos, brillantes y limpios, siempre con una nota tecnológica que, en cierto modo, se han convertido en su seña de identidad. Todo debe estar en su sitio y lo está. Cualquier variedad expresa las características propias de la uva, pero tan bien puestas que su punto moderno y técnico forma parte del paisaje.

Como siempre, para apreciar cada uno de sus matices, nada mejor que la cata a ciegas o la comparación de mismas variedades, pero de distintos países, como pueden ser Francia y su mítica Borgoña, Sudáfrica o Nueva Zelanda.

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