Barricas

Barricas

La “maderización” del vino es uno de los grandes debates vinícolas. Mientras buena parte de la población disfruta de los vinos con mucha barrica, otros detestan que la madera invada el vino, impidiendo ver la fruta con la que está elaborado. No voy a negar que me encuentro en este segundo sector.

Todo en su justa medida es aceptable. La madera fina, elegante y bien integrada es muy disfrutable, siempre que permita reconocer la variedad con la que se ha elaborado el vino. Por su parte, el paso del tiempo aterciopela y afina los vinos de barrica, dotándolos de notas sedosas. Los riojas de corte clásico más recientes resultan complicados de beber por la excesiva presencia de madera, sin embargo, dentro de veinte años, la integración será tal que los vinos estarán fabulosos.

En función del tipo de barrica que se utilice, el vino tendrá unos matices u otros. En términos generales, podemos hablar de barricas de roble francés, americano, húngaro y de Eslavonia, aunque hay algunos productores -los menos- que utilizar barricas de castaño o acacia. En cualquier caso, el grano, el tostado, así como los diferentes tamaños y los años de uso de las barricas influirán, notablemente, en el resultado final.

El tamaño común de las barricas es de 225 litros. Las de roble americano dan lugar a vinos más dulces, con notas de coco, mientras que las de roble europeo son más neutras y producen vinos más finos y especiados. El grano de la madera, si es fino, aporta elegancia, mientras que un exceso nivel de tostado nos impedirá ver la uva con la que se ha elaborado el vino.

Hay zonas vinícolas, como puede ser en buena parte de Italia, que utilizan fudres, pues tienen una capacidad mayor, entre los 1500 y 5000 litros, lo que hace que el contacto del vino con la madera sea mucho menor, lo que, inexorablemente, se ve reflejado en el sabor. Particularmente, me gustan porque, dado su gran tamaño, el aporte de madera se ve reducida considerablemente, dando lugar a vinos en los que la presencia de la fruta es más clara.

De esta forma, los distintos tipos de barrica tienen su reflejo en el vino, por lo que el uso de un tipo u otro resulta sumamente importante en el resultado final de lo que vamos a beber.

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