Château Grillet

Château Grillet

Château Grillet es una de esas pequeñas joyas vinícolas que la mayoría de la gente desconoce y que cuando la descubre queda rendida a sus pies. Con una superficie de 3,5 hectáreas, es una de las AOC más pequeñas del mundo y también de las más prestigiosas. Château Grillet está ubicada entre los pueblos de Vérin y Saint Michel-sur-Rhône, al sur de la ciudad de Vienne. Tiene un único propietario, François Pinault, dueño de Château Latour, en Pauillac y de Domaine d´Eugénie, en Vosne-Romanée, tras comprarlo, en el año 2011, a la familia Neyret-Gachet, quienes habían ostentado la propiedad desde 1830. La AOC de Château Grillet es una isla enclavada dentro de la AOC de Condrieu.

 

           El viñedo forma un anfiteatro natural, con orientación sur, que disfruta de un microclima cálido y soleado, lo que favorece la perfecta maduración de las uvas. Muy posiblemente, esta circunstancia fue la que dio origen a su nombre “grillet” (parrilla). Sus ochenta y siete terrazas –“chaillées”– sostenidas por muros de piedra, salvan las escarpadas pendientes de suelos graníticos y arcillosos que acogen vides de viogner con una media de cuarenta y cinco años de edad.

 

           La viognier es la única variedad de uva que está permitida en el viñedo y es la causante de los vinos exuberantes, florales, de gran estructura y mineralidad que nacen del mítico Château Grillet. El perfume hecho vino.

 

           Recuerdo que hace unos años, en una de mis participaciones en el concurso de cata a ciegas por parejas que organiza anualmente Vila Viniteca, este fue uno de los vinos seleccionados. No lo acertamos, pero quedé profundamente impresionado por la potencia controlada del vino y por el despliegue de notas complejas que de él emanaban. Su textura es cremosa, incluso oleosa, y sus aromas son una explosión de flores blancas y amarillas, aderezadas por ciertas notas de chocolate blanco. Afortunadamente, en uno de mis grupos de cata tenemos un Chateau Grillet de 1990, cuando aún pertenecía a la familia Neyret-Gachet. Ni que decir tiene que estoy deseando que llegue el día en el que abramos la botella.

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