Vinoble

Vinoble

En el mundo del vino, Ferias hay muchas, pero como Vinoble, creo que ninguna. ¿Por qué hago tal afirmación? Pues, por muchos motivos. Empezaré diciendo que Jerez de la Frontera, que es donde se realiza el evento, es una de las ciudades con más encanto que conozco. En sus calles se respira un encantador pasado, que, afortunadamente, sigue muy vivo en el presente. Y es que, en Jerez, el tiempo camina despacio, remoloneando en su pasar. Las viejas bodegas forman parte natural del escenario de la ciudad y, a la vuelta de cualquier esquina, puedes sentir pequeñas ráfagas de aroma a fino que se escapa de las barricas. Un deleite más para los sentidos, porque Jerez es un inmenso abanico sensorial.

            El Salón internacional de los Vinos Nobles, Vinoble -este año la undécima edición-, se celebra en el recinto del Alcázar de Jerez de la Frontera y recoge, especialmente, vinos, generosos, licorosos y dulces, tan propios del marco de Jerez, de Montilla, de Málaga o de Huelva. La feria nace con la finalidad de reivindicarse frente a las salones de vinos más comerciales, donde este tipo de “vinos especiales” tienden a pasar desapercibidos para la generalidad del gran público.

            En los expositores que se despliegan a lo largo de todo el Alcázar encontramos, especialmente, los diferentes tipos de vinos del Marco de Jerez, de Montilla, de Málaga o de Huelva, pero también hay vinos generosos de otras partes de Europa y un expositor de vinos tranquilos de Nuevo Mundo, incluso este año he disfrutado, y mucho, de la sidra de hielo que elabora Brännland Cider, en Suecia. También es habitual la presencia de los cavas de Mestres, muy de agradecer después de tanto vino generoso.

            Son muchos los vinos que me han enamorado este año, pero me voy a quedar con el recuerdo de dos vinos: la manzanilla La Olvidada, de la bodega Callejuela, y el amontillado Fino Imperial V.O.R.S. 30 años, de la bodega Díez Mérito. El primero una muy grata sorpresa y el último, un viejo conocido que ya me robó el corazón hace unos años.

            En cierto modo, Vinoble no es solo un salón de vinos especiales, sino, más bien, una feria de la felicidad en la que los amantes del mundo del vino nos reencontramos, disfrutamos del vino -no solo del Marco de Jerez-, nos deleitamos con la gastronomía del sur y, sobre todo, somos felices en una tierra que rezuma albariza y oro líquido.

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