Marsala

El vino de Marsala

De alguna forma, tengo la sensación de que los vinos generosos se consumen menos de lo que se debería. Hoy en día, los vinos ligeros, suaves, frescos y, en general, con menor graduación alcohólica han tomado claramente la delantera a los vinos potentes y a los generosos, punto en el que se encuentran los jereces, oportos, madeiras, fondillones y los marsalas. Espero que esta entrada sirva para cambiar el hábito, porque existen auténticas maravillas que, como los marsalas, no podemos dejar de lado.

Marsala (palabra de origen árabe que significa puerto de Dios) es una población de la provincia de Trapani, en la parte occidental de Sicilia, que a su vez da nombre a un tipo de vino con denominación propia. Los vinos fortificados no son sencillos, pues la elaboración marca sobremanera. Los marsalas no son una excepción y, por tal motivo, existen un buen número de clasificaciones.

El origen del Marsala tiene mucho que ver con los ingleses, algo habitual en los fortificados. El comerciante inglés John Woodhouse, a mediados del siglo XVIII, en una escala que realizó en Marsala, quedó prendado con los vinos de la zona hasta el punto de enviar varias barricas a Inglaterra, para lo que le añadió aguardiente con el fin de su conservación durante la travesía. A partir de ahí, la fama de los marsalas creció y propició la proliferación de bodegas y comerciantes de este tipo de vino.

El vino dulce se mezcla desde el inicio con alcohol vínico y con mosto cocido para, posteriormente, criarse en barricas, mediante el sistema de criaderas y soleras. Las variedades que se utilizan son: las blancas, catarratto, la inzolia, la damaschino; y las tintas pignatello, nerello mascalese y nero d’Avola. El resultado es un vino de una amplia gama de colores que van desde el ámbar hasta el dorado oscuro, que conjugan un maravilloso punto dulce con la potencia de los vinos fortificados.

Las notas pueden ser muy variadas, pero en general encontraremos notas de confituras de cítricos, especialmente de naranja y pomelo, flores secas, aromas de pasa, de tostados y torrefactos de café. En boca, tienen una intensidad dulce media alta, pero a la vez son frescos y con un buen punto de acidez. Conjunto de matices que lo convierten no solo en un vino de postre, sino, más bien, de reclinatorio.

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