Canarias

Canarias

Vulcanismo. Este es el término clave cuando tenemos delante una botella de vino de alguna de las Islas Canarias. Claro está que la palabra arrastra un deje de informalidad para referirnos a unos vinos marcados, eminentemente, por las características de los suelos volcánicos, pero creo que describe, en líneas generales y muy gráficamente, uno de los rasgos principales de los vinos canarios.

Los vinos canarios, en general, son vinos minerales, con notas volcánicas, debido a la influencia geológica, pero también son frescos y con buena acidez, en gran medida por la cercanía del océano atlántico, por los vientos alisios y por la temperatura uniforme de la que disfrutan a lo largo del año. Singularidades que los dotan de una marcada personalidad.

Otras grandes características de los vinos canarios son el sistema de emparrado mediante el cordón trenzado y, por supuesto, la existencia de un importante número de variedades autóctonas como son, entre otras, la listán blanco, la marmajuelo, el albillo criollo, la malvasía o el torrontés, en blancas, y, la listán negro, la baboso negro, la vijariego, la castellana negra o la negramoll en tintos. Hay muchas otras variedades, por lo que tan solo he citado las utilizadas con mayor frecuencia en la elaboración de los vinos. Un importante número que pueden dar como resultado excelentes vinos que consiguen que, al final, el consumidor sea el verdadero afortunado.

Aunque tengamos como referencia icónica los vinos de Tenerife o de Lanzarote, en todas las islas hay viñedo, incluso en Fuerteventura. Ahora bien, recordemos que la calidad del vino no viene dada por el lugar de elaboración, sino por la aplicación de la filosofía del terroir. Y en Canarias, a pesar de la tradición y de la singularidad vinícola de sus islas, queda mucho camino por recorrer para estrujar al máximo la calidad que puede ofrecer su orografía volcánica. No obstante, cada vez aparecen más jóvenes viticultores que están haciendo un excelente trabajo, como bien pueden ser Borja Pérez y Suertes del Marqués, en Tenerife; Puro Rofe en Lanzarote; Matías y Torres, en La Palma; Bimbache, en El Hierro; etc. Los vinos de estos productores son un fiel reflejo del paisaje de unas islas a las que trato de visitar una vez al año. Tal es mi pasión por ellas.

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