El precio del vino

El precio del vino

¿Por qué hay vinos económicos, otros caros y algunos tienen precios desorbitados? En general, ¿es caro el vino? En mi opinión, las palabras “caro” o “barato”, especialmente dentro del mundo del vino, son relativas, no solo por el inexorable aspecto subjetivo, sino porque deben ir vinculadas a la calidad que el producto nos ofrece. Un vino puede valer mucho dinero, pero resultar barato, mientras que otro puede costar poco, pero ser realmente caro.

Son múltiples los factores que inciden en el precio de los vinos. Obviamente, la ley del mercado siempre está presente, por lo que determinadas zonas o elaboradores tienen precios más elevados que otros, simplemente, por la demanda y oferta de sus vinos. Por poner algunos ejemplos elocuentes, Borgoña y Burdeos, son las zonas vinícolas de mayor prestigio, por lo que sus precios nunca serán económicos. Algo similar ocurre con los elaboradores. Los vinos de Domaine Romanee Conti y Petrus, sabemos que valen mucho dinero, pues están considerados de los mejores vinos del mundo. Si hablamos de España, por buscar cercanía, L’Ermita, de Álvaro Palacios, o Pingus, de Peter Sisseck, saltan las cuatro cifras. El motivo es el mismo, están considerados los mejores vinos de nuestro país.

Aquellos que consideran que hay vinos demasiado caros, pueden argumentar que el proceso es el mismo para todos: una viña, una fermetación y un mayor o menor proceso de crianza antes de salir al mercado. Sí, es cierto, pero no todos los viñedos ofrecen la misma calidad y, por lo tanto, no pueden valer lo mismo. Además, hay viticultores “pequeños” que trabajan de forma manual, lo que tiene un coste. Y, al final, la calidad de un vino, aunque el elaborador no sea de renombre, también tiene un valor.

El vino siempre ha sido un negocio especulativo. Determinados productores, en pocos años, se convierten en elaboradores de culto y el precio de sus vinos se dispara. Por ejemplo, Pierre Overnoy o Clos Rougeard. Hoy sus vinos valen cerca de diez veces más de lo que costaban hace una década. Así que, el que quiera aprovechar este negocio tiene que buscar “vinos bitcoin” que en un futuro se revaloricen. Los que simplemente queremos disfrutar, solo podemos aprovechar el momento de esos vinos antes de su auge económico.

Un caso curioso es el del champán. Este tipo de vino, símbolo del éxito, de la felicidad y del glamur, en mi opinión, sigue siendo barato. Junto con Burdeos y Borgoña, es la referencia vinícola más importante, no obstante los precios de sus vinos son, en general, mucho más asequibles. Entre treinta y sesenta euros tenemos una gama infinita de champanes de calidad, algo mucho más complejo de conseguir en sus vecinas francesas. Así que, mi consejo es comprar champán, cuanto más, mejor, porque en cualquier momento se disparará. Los que quieran invertir, ganarán dinero, mientras que los que queremos disfrutar podremos hacerlo a precio razonable y brindaremos por ello.

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