Los claretes

Los Claretes

Si los vinos rosados están, en cierto modo, marginados, los claretes son los grandes desconocidos. No obstante, recientemente he bebido un clarete, Espantaburros, de César Fernández, viticultor de Peñaranda de Duero, que me llevado al punto de escribir este texto, no solo por lo que disfruté del vino sino, también, por reivindicar una forma de elaboración denostada y que nos puede ofrecer grandes momentos.

            El Espantaburros, elaborado con bobal, tempranillo y albillo mayor, es un vino fresco, con estructura y excelente acidez -gracias, principalmente, al albillo- pero con notas de fruta roja provenientes de las variedades tintas. Un vino sin complejidad, muy bien hecho, ideal para aperitivos y el verano. Mis opiniones, por supuesto, subjetivas, podrán ser más o menos interesantes, pero al hablar de este tipo de vinos debemos empezar por el principio y dar respuesta a la pregunta obligada ¿qué es un clarete?

            El nombre de clarete no pertenece a ninguna categoría oficial, sino que es la forma común de llamar a un tipo de vino joven, que se elabora mezclando el mosto de uvas blancas y tintas para una fermentación conjunta, respetándose el proceso de extracción del mosto en cada variedad. Como consecuencia de la mezcla, el color del vino es rosa pálido y sus notas aromáticas conjugan las propias de las variedades blancas con las tintas, principalmente, tempranillo. Es en las zonas de Castilla León, como Cigales, Arlanza o Ribera del Duero, donde los claretes tienen una mayor presencia.

            Por su parte, los rosados, más arraigados en Rioja y Navarra, además de responder a una categoría oficial de vino, pueden ser elaborados solo con variedades tintas, pero sin presencia de hollejos, o añadiendo, también, variedades blancas. La presencia de estas últimas es más reducida, por lo que los vinos suelen tener un punto más de color que los claretes. Los rosados se pueden elaborar de dos formas: mediante el sangrado, macerando la uva tinta para después extraer el mosto sin las partes sólidas, o por prensado, en cuyo caso este arrastra el color del hollejo. Además, los vinos rosados, por su elaboración más compleja, suelen tener una crianza, más o menos larga, que los clasifica en: joven, crianza, reserva o gran reserva. Dentro del mundo de los vinos rosados, resulta obligatorio nombrar Viña Tondonia, elaborado por López de Heredia, posiblemente, el mejor rosado de nuestro país.

Las fechas estivales son el momento óptimo. Una barbacoa, una paella, un arroz de pescado o simplemente piscina o playa son ideales para abrir y disfrutar de un clarete o de un rosado joven, eso sí, respetando siempre la filosofía del terroir. Pruébenlo, no se arrepentirán.

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