Mallorca

Mallorca

Posiblemente, cuando alguien piensa en Mallorca lo primero que le venga a la mente sean sus playas, el verano, las vacaciones y los alemanes. Razón no le falta, pero, desde luego, Mallorca es muchísimo más, como, por ejemplo, montaña, tradición, cultura, gastronomía y, por supuesto, vino. Siempre digo que la gastronomía mallorquina es la gran desconocida. La sobrasada y la ensaimada tan solo son la punta de un iceberg tan extenso como sabroso. Cocina de mar y de tierra que nos meterá en el cuerpo un par de kilos en un abrir y cerrar de ojos –boca en este caso-. La adictiva gastronomía de la isla marida de forma excepcional con sus vinos tanto blancos como tintos, aunque son estos últimos los que tienen un peso de consideración.

La tradición vinícola en Mallorca es antigua, pues se han encontrado multitud de vasos y otros recipientes de barro, de los siglos VII y VI a.C., que eran empleados para la comercialización de vino. No obstante, no fue hasta la ocupación romana cuando se desarrolló su cultivo en la isla.

La zona de producción de vino con derecho a la mención “Vino de la tierra de Mallorca” abarca a todos los municipios de la isla, no obstante, solo existen dos Denominaciones de Origen: D.O. Binisalem y D.O. Pla i Llevant.

La D.O. Binisalem comprende los términos municipales de Binissalem, Consell, Santa María del Camí, Sencelles y Santa Eugenia. En su paisaje domina la llanura, protegida de los vientos por la Sierra Alfabia. Los viñedos están situados a nivel del mar con suelos formados por sedimentos continentales terciarios y cuaternarios ricos en materiales cálcicos.

La D.O. Pla i Llevant está formada por los términos municipales de Algaida, Ariany, Artà, Campos, Capdepera, Felanitx, Llucmajor, Manacor, Maria de la Salut, Montuïri, Muro, Petra, Porreres, Sant Joan, Sant Llorenç des Cardassar, Santa Margalida, Sineu y Vilafranca de Bonany. Su territorio también es llano y de escasa elevación, predominando los suelos de “call vermell”, que es un suelo rojizo franco-arcilloso con abundante óxido férrico, que suele ofrecer excelentes resultados en los vinos elaborados con callet.

Las uvas tintas autóctonas de Mallorca son: callet, manto negro, fogoneu, gorgollassa y escursac, aunque desgraciadamente también hay variedades foráneas reconocida por la d.o. En blancas encontramos: moll (prensal), giró ros, malvasía, macabeo, moscatel de Alejandría, moscatel de grano menudo y parellada, aunque, al igual que sucede con las tintas, la d.o. reconoce algunas variedades foráneas.

A Mallorca me une un vínculo especial, pues soy medio mallorquín por parte de padre, por lo que hablo con conocimiento de causa al afirmar que Mallorca no es únicamente un maravilloso paraíso natural, sino también cultural, gastronómico y enológico. Un lugar en el que conviven un buen número de hábitats que expresan a la perfección la esencia del mediterráneo.

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