Una comparativa más que interesante 1

Una comparativa más que interesante

Hay una terna de variedades de uva blanca que me parece sumamente interesante para realizar una comparación. La propuesta debe entenderse dentro de un contexto educativo, pues cada una de ellas es típica de una determinada zona vinícola y tiene su propio terroir, lo que, por otro lado, le añade un punto de interés adicional. Particularmente, considero que se trata de un ejercicio absolutamente genial, sobre todo a ciegas, pues nos ayudará a comprender las semejanzas y diferencias que pueden ofrecer distintos vinos, que, a priori, nada tienen que ver entre sí. Las implicadas son: la albariño, la grüner veltliner, la chardonnay, especialmente la de Chablis, y la chenin blanc. Incluso podríamos añadir los coupages gallegos, formados por albariño, godello y treixedura.

El mayor punto que tienen en común estas variedades es la acidez, tanto por las características intrínsecas de las uvas, como por las zonas frías y húmedas de donde proceden. A partir de aquí, dependiendo de la forma de elaboración y de la interpretación que cada vigneron hace de su paisaje, las cuatro pueden ofrecernos semejanzas realmente increíbles, hasta el punto de que, a ciegas, puede ser realmente complicado distinguirlas.

Recuerdo que en una cata a ciegas que organicé con varios amigos, todos ellos, reputados e impecables catadores, seleccioné estos cuatro vinos:

Una comparativa más que interesante

Todos convinieron en que enfrente tenían una grüner veltliner, una albariño, una chardonnay, de Chablis, y una chenin blanc. Ahora bien, nadie fue capaz de poner en la debida relación las cuatro variedades con las cuatro botellas. Por supuesto, si yo hubiera sido uno de catadores a ciegas, me hubiera sumado a la tesitura, pues si hice el experimento fue, precisamente, porque me encuentro ante esta situación de forma recurrente.

Las cuatro variedades suelen coincidir, además de en la acidez ya mencionada, en notas atlánticas, minerales, cítricas, heno, tensión, delicadas maderas, incluso, en ocasiones, en leves notas de hidrocarburos, especialmente en el caso de los albariños y las grüner veltliners, lo que, a veces, hace surgir también la duda de los rieslings. Todas estas piezas van saltando por nuestras cabezas con la intención de ubicarlas en su lugar, algo que, a veces, resulta complicado, aunque siempre didáctico y divertido. Un comecocos que obliga a un importante ejercicio mental a nivel asociativo de conocimientos.

Quizás, el ejemplo que acabo de plantear es el que me parece más interesante a la hora de estudiar las similitudes y diferencias entre variedades de uva, zonas vinícolas, formas de elaboración y vinos. No obstante, existen, muchas otras posibilidades, tanto en blancos como en tintos. Ejercicios que nos ayudarán a comprender mucho mejor los vinos, amén de pasar un rato realmente divertido. Pruébenlo y luego me cuentan.

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