wine washing

Wine Washing

Imagino que el lector se habrá dado cuenta de que desde hace un tiempo vivimos bajo el denominado “social washing”. El término, acuñado ya en los años ochenta, se utiliza para referirse a un sistema de marketing con el que las empresas tratan de obtener beneficios lavando su imagen. Para ello aprovechan el tirón de las modas, buenas prácticas ecológicas y/o alimenticias o movimientos que luchan por los diferentes derechos. Sin embargo, su intención real es incrementar su volumen de negocio más que defender unos ideales.

Así podemos encontrar, a modo de ejemplo, el “greenwashing” cuando se trata de productos respetuosos con el medio ambiente; el “kwashing” estrategias como simpatizantes de los derechos LGBTI; el “pinkwashing”, respecto del cáncer de mama; “rainbow washing”, productos relacionados con el orgullo gay; vegan washing, alimentos que cumplen con el veganismo; o, el más reciente, “covid washing”. Si nos podemos a tirar del hilo, veremos que hay un buen número de diferentes “washing”.

El mundo del vino no es ajeno a estas prácticas, por lo que también existe un “wine washing”. Algunos de los tradicionales grandes productores, que ocupan los lineales de los hiper y supermercados, también son conscientes de que existe un nicho de mercado por cubrir, por lo que han empezado a elaborar líneas de vinos con sello biológico, vegano o con la mención “orange wine”, con la intención de llegar al perfil de este tipo de consumidor. No obstante, solo es una forma de marketing con la que vender un mayor número de botellas, pues, obviamente, no les interesa realmente estas filosofías. Prueba de ello es que siguen elaborando millones de litros, lo que resulta difícil de conciliar con la búsqueda de la mayor naturalidad posible del vino y el reflejo de su paisaje. Asegurar esas tiradas de forma anual, e incrementarlas cada año, implica el uso de añadidos químicos que garanticen viñedos exentos de enfermedades y eviten problemas en bodega, durante la vinificación y la crianza de los vinos. Metodología que, obviamente, es contraria a la filosofía del terroir.

Sin intención de ponerme moralista -tal vez sí-, todo ello no es más que el reflejo de la sociedad en la que vivimos, en cualquier ámbito. Lo importante es la buena imagen, el postureo, el quedar bien y obtener un beneficio de todo ello. El fondo es lo de menos. Ni se ve, ni interesa, ni genera dinero. Así nos va.

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