Por Juan Luis Vanrell
A pesar de que cada zona vinícola tiene un terroir que da unas características propias a sus vinos, entre algunas de ellas, a pesar de la distancia que las separa, se pueden apreciar notas organolépticas similares. En los vinos tintos, me vienen a la cabeza varias líneas invisibles que, en mí opinión, tienen una clara conexión.
La más clara es el eje Toscana-Priorat–Douro. En términos generales, pues especialidades por subzonas y productores hay un buen número, las notas férricas y de sangre son denominadores comunes en los vinos de estas tres zonas. Los vinos de cada una de ellas tienen sus matices principales por variedad, suelos, climas, forma de elaboración, etc, pero las tres están cosidas por esas notas que aparecen, especialmente, cuando uno se lleva la copa a la nariz. Este eje, en casos concretos, incluso podría ampliarse a Rioja o el margen derecho de Burdeos.
Otro eje vinícola que, en mi opinión, tiene muchas similitudes es el formado por el Beaujolauis y el Bierzo, que se encuentra unido por las notas azules de la mencía y la gamay, especialmente en Fleury. A esta línea, también podríamos añadir algunos vinos del Ródano sur, así como del sur de Francia, en los que las flores azules y violetas tienen una marcada presencia. También el Beaujolauis -dejando a un lado Fleury- tiene ciertos puntos en común con los vinos de Mallorca elaborados con callet o mantonegro.
La vejez de los vinos es otra de las características que crean conexiones. Riojas clásicos, borgoñas y barolos o barbarescos, viejos, tienen muchos puntos en común. Incluso entre determinados pinot noir borgoñones y nebbiolos del Piamonte se encuentran lazos de unión, a veces difíciles de distinguir, especialmente a ciegas.
Los supuestos mencionados tan solo son eso, supuestos, amén de particulares. Seguro que habrá gente que vea otros ejes de conexión entre zonas vinícolas, incluso matices diferentes a los míos. No hay mejor forma de aprender que comparar, bien sean países, zonas vinícolas, variedades… Porque el mundo del vino siempre es un continuo aprendizaje. Hasta los más versados profesionales de este mundo saben que no existe una estación términi, pues cada año, el clima marca las zonas, aparecen nuevos productores y nuevas maneras de interpretar un paisaje.